7° Parte Del Legado de las Sombras Ardientes: El Eclipse Eterno

Capítulo 1: La Semilla de Tres Latidos
La semilla negra en el corazón de los corales creció hasta formar un árbol de sombras, cuyas raíces perforaron las fronteras entre los ciclos. Lumina, cada vez más draconiana, intentó comunicarse con él, pero solo recibió visiones de un mundo fusionado: Valeria mezclada con la era olvidada, poblada por criaturas de tiempo detenido. Lys, conectado a la semilla, empezó a hablar en lenguas muertas, profetizando el «Banquete del Eclipse». Mientras, en el norte, Clara descubrió que el portal congelado de Nixhal sangraba hielo negro, el mismo que corría por las venas de los niños escamosos. Al tocar una gota, su mano envejeció décadas: el Eclipse se alimentaba de tiempo robado.
Capítulo 2: El Legado de los Espectros
Petunia, reducida a un susurro en el viento, se manifestó ante Lys en sueños. Le mostró el destino de los Dragonantes Verdaderos: cuerpos momificados en cápsulas de hielo, adorando a un sol negro. «El Eclipse no es el fin, es un renacimiento… y tú eres el invitado de honor», le advirtió. Lumina, al enterarse, usó sus espejos rotos para viajar al teatro de sombras, donde encontró a una versión más joven de sí misma, aún humana. «No dejes que el miedo te convierta en lo que destruiste», le rogó su pasado. Pero al regresar, sus garras ya habían dejado cicatrices en las paredes de la realidad.
Capítulo 3: La Rebelión de los Olvidados
Un grupo de humanos, liderados por un exsacerdote del culto, se alzó contra Lumina. Usando fragmentos de los corales, crearon armas que neutralizaban su sangre draconiana. En la batalla, Lys intervino, pero su canto fracturó el cielo, revelando grietas por donde asomaban rostros de hielo. Clara, desafiando su fragilidad, llegó montada en un dragón de escarcha moribundo: «El Eclipse no discrimina… nos devorará a todos». Su intervención detuvo la lucha, pero el exsacerdote huyó con un trozo de la semilla negra, corrompiéndola con su odio.
Capítulo 4: El Banquete de las Sombras
Los Dragonantes Eternos regresaron, convocando un concilio en las ruinas de la Fortaleza derrumbada. Lumina y Lys fueron obligados a asistir: el precio fue la vida de diez niños escamosos, convertidos en antorchas de hielo. Allí, Nixhal (reconstruido desde el alma de Petunia) reveló el verdadero propósito del Eclipse: fusionar todas las versiones de Valeria en una línea temporal única, donde los Dragonantes gobernarían como dioses. Lys, enfurecido, liberó un grito que quebró el hielo del portal, liberando a Aldo de su prisión estelar… pero solo como un eco sin cuerpo.
Capítulo 5: El Precio de la Eternidad
En el clímax, el Eclipse comenzó: el sol se tornó negro, y los corales de tiempo estallaron en espirales de energía. Lumina, usando los espejos rotos, atrapó a los Dragonantes en bucles temporales, pero cada uno que destruía convertía partes de Valeria en arena eterna. Lys, fusionado con la semilla de tres latidos, se ofreció como anzuelo para atraer a Nixhal al vacío entre ciclos. Clara, con sus últimas fuerzas, activó el Alba Primigenia robado, sacrificando su humanidad para sellar el portal norte. Aldo, como eco, guió a Lys: «Ve hacia la luz… pero no mires atrás».
Epílogo: Las Ruinas del Amanecer
Un año después, Valeria era un mosaico de eras: selvas de cristal junto a desiertos de relojes detenidos. Lumina, ahora una criatura mitad dragón mitad espejo, gobernaba desde las sombras, temiendo su propia sed de poder. Lys, desaparecido tras el Eclipse, era venerado como un mártir… hasta que una niña con sus mismos ojos escamosos apareció en el mercado negro, cargando un diario escrito en sangre de tiempo. Clara, convertida en estatua de hielo junto al portal, seguía susurrando advertencias al viento.
Y en el corazón del árbol de sombras, la semilla de tres latidos volvió a brotar. Esta vez, su fruto tenía forma de huevo… y dentro, algo con alas de hielo y voz humana gemía por nacer.
Mientras, en los confines del vacío, Nixhal reía: «El Banquete no ha terminado… Solo falta el postre».

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