El susurro de los ancestros

En un valle remoto, donde las montañas besaban el cielo y los ríos cantaban melodías antiguas, vivía una comunidad que guardaba los secretos de sus ancestros. Entre ellos estaba Yaretzi, una joven de cabello oscuro como la noche y ojos que reflejaban la sabiduría de quienes la precedieron. Su abuela, Ixchel, era la guardiana de las historias, aquella que tejía con palabras los hilos del pasado.

Una tarde, mientras el sol se despedía con tonos dorados, Ixchel llamó a Yaretzi a su lado. «Es hora de que conozcas a los que caminaron antes que nosotros», dijo con voz suave pero firme. Tomó una vasija de barro adornada con símbolos ancestrales y vertió un líquido dorado en dos copas. «Bebe, nieta, y deja que el susurro de los ancestros te guíe».

Yaretzi bebió, y al instante, el mundo a su alrededor se transformó. Se encontró en un bosque denso, donde los árboles parecían hablar en un lenguaje olvidado. De entre la neblina emergieron tres figuras: un guerrero con una lanza de obsidiana, una mujer con un vestido de plumas relucientes y un niño que sostenía una flauta de carrizo.

«Somos los guardianes de tu linaje», dijo el guerrero. «En nuestras manos llevamos las virtudes que te guiarán: valor, sabiduría y pureza de corazón». La mujer extendió sus brazos, y las plumas de su vestido brillaron como estrellas. «Recuerda, Yaretzi, que cada paso que das está conectado a los que dimos antes que tú». El niño tocó su flauta, y la melodía se mezcló con el viento, llevando consigo un mensaje de esperanza.

De repente, Yaretzi despertó en la choza de su abuela. Ixchel la miró con ojos llenos de orgullo. «Ahora sabes que nunca estás sola. Los ancestros caminan contigo, sus voces son el viento que te empuja y sus manos te sostienen en la oscuridad».

Desde aquel día, Yaretzi llevó consigo el susurro de los ancestros, sintiendo su presencia en cada paso, en cada decisión. Y así, como un hilo dorado en el gran tejido del tiempo, su vida se entrelazó con las de quienes la precedieron, creando un legado que perduraría por generaciones.

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