
Mis manos no se extienden
hacia lo que no necesito.
Mis pies no caminan
hacia templos de plástico y luces frías.
El eco de mis pasos
no resuena en pasillos infinitos
donde el deseo se vende
y el alma se compra a plazos.
Prefiero el silencio de lo esencial,
la quietud de lo que ya es mío
sin etiquetas ni deudas.
Mis acciones son semillas,
no raíces en tierra ajena.
Y sus reacciones,
el viento que las lleva
o la tierra que las recibe.
No al consumismo,
sí a la vida que se teje
con hilos invisibles,
con gestos que no se exhiben,
con elecciones que no se pesan
en monedas ni en aplausos.
Mis acciones determinan sus reacciones,
y hoy elijo la libertad
de no tener más
que lo que ya soy.