
2°Parte Del Secreto de las Lágrimas de Obsidiana
Capítulo 1: Las Cenizas del Pasado
Un año había pasado desde la caída de Silas. Valeria florecía bajo la incipiente regencia de Petunia, mientras Clara y Aldo vivían en una cabaña al borde del bosque, donde el susurro del río ahogaba los recuerdos de la guerra. Pero las noches traían pesadillas a Petunia: en ellas, el puñal de obsidiana bajo su almohada sangraba sombras que murmuraban en lenguas antiguas.
Una mañana, un mercader llegó al castillo con un cargamento de obsidiana. Entre las piedras, había un mapa grabado con runas que solo Petunia, tras estudiar los textos prohibidos, logró descifrar: señalaba una caverna en las Montañas Humeantes, donde yacía el «Corazón de Dragón», una gema capaz de controlar el fuego eterno. La última línea era una advertencia: «Solo un dragonante puede romper el sello».
Capítulo 2: La Traición de la Luz
Mientras Petunia planeaba una expedición, Clara descubrió que estaba embarazada. Aldo, aunque feliz, comenzó a tener episodios en los que sus manos se cubrían de escamas fugaces. Temiendo que la maldición no hubiera desaparecido, ocultó el secreto. Pero una noche, al defender a Clara de un lobo, sus ojos brillaron como brasas, y el animal huyó aullando. Petunia lo vio todo desde la ventana.
—¿Crees que no soy consciente de lo que ocurre? —confrontó a Aldo, mostrándole el mapa—. Necesitamos entrar a esa caverna, y tú eres la clave. Si hay algo en tu sangre que aún te ata a los dragones, debo saberlo.
Capítulo 3: El Templo de las Lágrimas
La expedición avanzó entre géiseres de azufre hasta encontrar la caverna, cuyas paredes brillaban con obsidiana líquida. En el centro, sobre un altar, flotaba el Corazón de Dragón: una esfera roja que latía como un órgano vivo. Aldo, al tocarla, tuvo una visión: Silas no actuó solo. Una figura encapuchada, con ojos de serpiente, le entregaba un vial de sangre años atrás… la misma sangre que lo maldijo.
—Fue el consejero de tu padre —murmuró Aldo, atando cabos—. Silas solo era un títere. El verdadero enemigo sigue aquí.
Capítulo 4: La Reina de las Brasas
Al tomar la gema, la tierra tembló. Del techo se desprendió una lluvia de rocas, y entre ellas descendió una mujer vestida de llamas, cabello negro como el carbón y pupilas hendidas. Era Nadia, la última reina de los dragones, quien había manipulado a Silas desde las sombras.
—Tú me diste poder, Aldo —susurró, acariciando el Corazón—. Cada vez que cediste a la ira, alimentaste mi prisión. Y ahora, gracias al hijo que crece en Clara, tendré un nuevo vasallo.
Petunia entendió entonces las pesadillas: el puñal de obsidiana era un fragmento del Corazón, y buscaba reunirlos.
Capítulo 5: El Juramento de la Obsidiana
La batalla fue caótica. lanzó llamas verdes que petrificaban la carne, mientras Aldo luchaba por no transformarse. En un acto desesperado, Petunia clavó el puñal en el Corazón de Dragón, sacrificando su brazo derecho al ser consumido por el fuego. llamaron La gema estalló en mil fragmentos, y Nadia, debilitada, juró venganza antes de desaparecer en una espiral de humo.
Epílogo: Las Semillas del Futuro
Aldo y Clara llamaron a su hija Lumina, cuyo llanto calmaba las tormentas. Petunia, ahora con un brazo de obsidiana fundida, gobernaba con una ferocidad templada por la pérdida. En secreto, guardaba un fragmento del Corazón, consciente de que regresaría.
Y en las profundidades de la tierra, la reina dragón reconstruía su ejército. Porque las guerras contra las sombras nunca terminan… solo se duermen, esperando a que alguien encienda la chispa.