5° Parte del Legado de las Sombras Ardientes: El Amanecer de los Dragonantes Verdaderos  

Capítulo 1: Las Semillas del Caos
Nadia, en su nuevo cuerpo de cristal y llama, sembró las semillas de los Durientes en los corazones de los continentes. Cada una germinó como un árbol de raíces temporales, cuyos frutos eran huevos de dragones distorsionados: criaturas con piel de arena y aliento de vacío. Mientras Valeria sucumbía a tormentas de tiempo acelerado, Petunia, ahora mitad obsidiana, lideró un éxodo a las montañas. Allí, descubrió que las runas en su brazo eran un mapa hacia el «Alba Primigenia», un artefacto capaz de reescribir ciclos. Pero cada uso le costaba fragmentos de su humanidad.
Capítulo 2: El Susurro de las Dos Sangres
Lumina, atormentada por visiones de Nadia, huyó al desierto de relojes. Aldo la siguió, pero su forma dragontina lo traicionó: sus escamas doradas drenaban el tiempo de cuanto tocaban. En el oasis de espejos rotos, Lumina encontró al niño escamoso de Clara, ahora envejecido. «Tú eres el puente», le dijo, revelando que su sangre combinaba el veneno de Nadia y la cura de los Durientes. Cuando Aldo intentó protegerla, su abrazo casi la envejece hasta la muerte. Clara, con ojos de serpiente, apareció: «Ella debe elegir sola… o el culto ganará».
Capítulo 3: La Traición del Abismo
Petunia, usando el Alba Primigenia, congeló el avance de los árboles temporales, pero el artefacto atrajo a los dragones de rostros humanos. Estos, los Dragonantes Verdaderos, ofrecieron un pacto: «Destruyan a la semilla de Nadia (Lumina) y les daremos un nuevo ciclo». Petunia se negó, pero Lord Kael, reconstruido como un siervo de cristal, secuestró a Lumina. En la confrontación, el brazo de obsidiana de Petunia se desintegró, dejando al descubierto un corazón de magma: el segundo fragmento del Corazón.
Capítulo 4: El Vuelo de las Mentiras
Aldo y Clara volaron hacia la Fortaleza derrumbada, donde el portal a la era olvidada brillaba. Dentro, encontraron a Thalassar, atrapado en un bucle temporal. «Nunca fuiste el villano», admitió Aldo. Thalassar reveló que los Dragonantes Verdaderos eran tiranos que esclavizaron a su raza, y que Nadia fue su creación fallida. Al liberarlo, el dragón de tres cabezas se sacrificó para cerrar el portal, pero no antes de advertir: «Lumina es la llave… y el candado».
Capítulo 5: El Ritual de los Espejos Rotos
En el clímax, Nadia forzó a Lumina a activar las semillas en un ritual bajo la luna sangrienta. Los Dragonantes emergieron, pero Clara, poseída por la esencia del Duriente del futuro, intervino. Usando sus ojos serpentinos, canalizó el tiempo para crear réplicas de Lumina, confundiendo a Nadia. Petunia, con su corazón de magma, se inmoló para destruir el primer árbol temporal, debilitando a los Dragonantes. Aldo, fusionado con Thalassar, devoró a Nadia, pero su cuerpo comenzó a desvanecirse: «Cuida a nuestra hija», le dijo a Clara, desapareciendo en átomos de luz.
Epílogo: Las Tres Caras de la Eternidad
Un año después, Lumina gobernaba Valeria con Clara como consejera, mientras los cristales negros se convertían en corales de tiempo estable. En las sombras, Petunia sobrevivía como un espectro de obsidiana, vigilando el último árbol temporal. Los rumores hablaban de Aldo, visto en espejismos del desierto, y de un niño con escamas doradas que cantaba canciones del Alba Primigenia.
Y en el norte, donde el portal estuvo, una figura con rostro de dragón y cuerpo humano talló en hielo: «Los Verdaderos Dragonantes nunca se fueron… Solo esperan».

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