Basílica de los Reales Alcázares, Úbeda

I.
Vendita abadía, vástago de siglos,
tu piedra dorada por soles de Jaén,
erguida en la urdimbre del tiempo antiguo,
mudo testigo de un día también.

II
En mil novecientos, sesenta en la cuenta,
bajo tus arcos de sombra y fulgor,
dos vidas trenzaron su amor en la senda,
mis padres, unidos por gracia y honor.
El eco del «sí» por tus naves resuena,
un hilo dorado en tu eterno telar.

III.
Monumento señero, columna de historia,
no solo de reyes, batallas o fe.
Eres la señal de mi propia memoria,
el suelo primero que a mí me sostuvo.
Tu ser se hace más noble, con majestad crecida,
como el vino añejo que gana en valor.

IV.
Oh, Alcázares Reales, bendita morada,
tu silencio guarda el rumor de aquel día.
Eres la raíz de mi estirpe grabada,
la piedra fundante de mi melodía.
El tiempo no apaga tu lumbre sagrada,
más alto tu emblema en mi pecho se alza.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *