Raíz de Suspiros

El tiempo no avisa cuando se desliza,
se escurre entre los dedos como arena fina.
La vida es un suspiro que apenas anida
en la rama temblorosa de la hora recién nacida.

Y tú… llegas así. Brisa imprevista,
semilla que en mi surco el viento deposita.
Tus ojos son preguntas sin respuesta escrita,
tu mano un leve roce que la distancia limita.

No. No quiero que sea flor de un solo día,
polvo que el primer viento arrastra y desvía.
No quiero superficie, charco que se vacía
cuando el sol de lo rutinario seca la poesía.

Quiero raíces hondas, sedientas y oscuras,
que beban de la tierra las aguas más oscuras.
Que busquen en lo profundo, más allá de las prisas,
el nutriente silencioso que la sequía resiste.

Quiero savia que suba, fresca y renovada,
como savia de abril en la rama agostada.
Que cada trino leve, cada palabra dicha,
sea savia que alimente la médula encendida.

Porque el amor sin raíz es llama que se apaga
cuando el aire del tedio su aliento le arrebata.
Es suspiro que flota… y al suelo no se hunde,
es promesa sin huella que el olvido inunda.

Cuidemos este brote con paciencia de selva.
Reguemos la duda hasta que se revela
la fuerza que germina bajo la tierra ciega.
Tejamos red profunda donde el asombro anega.

Que no nos gane el vértigo de lo que apenas nace,
ni el miedo a la tormenta que el tallo puede quebrar.
Cavemos juntos, lento, sin temor a la hondura.
Que la vida es un suspiro… pero este amor perdura.

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