
Al Gavellar, Su Patrona y Su Gente
En las lomas de Úbeda, entre olivar, se alza un faro de fe, el Gavellar. Allí espera la Virgen, morena y bella, con su manto estrellado, madre y doncella.
Patrona de un pueblo de corazón, que le canta sus penas y su canción. Es refugio del fuerte, del que flaquea, es la luz que en la sombra clarea.
Llega mayo, o quizás el dulce abril, el aire se llena de un gozo sutil. Es la hora sagrada de la romería, un camino de polvo, fe y alegría.
¡Ahí van los romeros, con fervor y afán! Sobre hombros de hombres, la Reina va. Los porteadores, con paso seguro, sienten latir un amor puro y duro.
Sudor que se mezcla con la plegaria, llevan a la Madre en su angarilla. Cada subida, cada cuesta arriba, es una promesa que el alma revive.
Y en la ermita blanca, al final del camino, se oye el repicar de un festivo trino. La gente se agolpa, sonríe y reza, agradece a la Virgen su fineza.
Hay flores y cantes, hay pan y sal, hay un pueblo unido, eso es la moral. Hay abrazos que cruzan la calle ancha, mientras resuena una sevillana.
Oh, Virgen del Gavellar, de Úbeda joya, que ningún dolor o pena te arroye. Sigue siendo el consuelo de tu gente, el milagro constante y permanente.
Qué viva la fiesta, el que la sostiene, el que lleva, el que canta, el que viene. Qué viva la fe, simple y profunda, del que en ti, Virgen Morena, confía sin duda.