Sigue la huella

No es en el ayer donde se forja el alma, ni en el eco de un “adiós» que no contesta. Se forja en el presente que se alza, con la lección aprendida y la meta puesta.

No cargues con el peso del que se aleja, de quien tu risa nunca fue importante. Esa mochila ajena solo lastima y queja, su olvido es tu semilla más vibrante.

Árbol que dobla el viento con temple, aprende del aguacero a ser más fuerte. No es el que menos cae, sino el ejemplo que se levanta y renace de su suerte.

Mira a tu lado, en el círculo sincero, la mano que se tiende sin medida. Ahí está tu cimiento, tú verdadero refugio para andar cualquier herida.

Ellos son la raíz, el mapa y el guía, la fuerza que no pide ni exige. La luz que en la tormenta clarearía, y que sin condiciones te protege.

Que el ayer sea la escuela, no la cadena, el peldaño roto que ya no se pisa. La vida es una marcha, no una pena, y se vive con el alma sonriente y prisa.

Así sigue la huella de tu camino, liviano de equipajes que no importan. Tu norte es el futuro, tú destino, y las almas que en él te apoyan y aportan.

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