
En el rico fondo del mar vivía un pez payaso que cierta noche no podía dormir.
Salió de su casita camuflada por los corales de bellos colores.
Y paseo tranquilamente sin pensar que la noche podía no ser el mejor momento para hacerlo.
Podría encontrarse con curiosos individuos de hábitos nocturnos.
Ernestina que así se llamaba el pez, pensó que tal vez si llenaba su barriguita podría conseguir dormir.
Cuando llevaba unos minutos nadando oyó una vocecita que le decía. ¿Dónde vas Ernestina a estas horas de la noche?
Ernestina miro y no vio a nadie y casi se asusto. Pero de repente de debajo de la tierra, escondido como estaba, salió el señor Cangrejo.
No puedo dormir y tengo un poco de hambre. Daré un paseo dijo Ernestina.
El señor Cangrejo pregunto. ¿Puedo acompañarte?
Ya sabes que yo como por la noche. Voy a buscar algún suculento bocado.- ¿Puedo ir contigo?
Y juntos siguieron el camino.
A los pocos minutos se oyó otra voz que dijo: ¿Dónde van mis amigos a estas horas de la noche?
Vamos de paseo. Yo no podía dormir y me entro un poco de hambre y el señor Cangrejo tampoco ceno aún.-
Dijo Ernestina.-
El caballito de mar se unió al grupo y sin darse cuenta en un momento llegaron hasta los acantilados de aguas profundas.
El señor Cangrejo, dijo: “yo ya estoy lleno y regreso a casa”. «Tengo bastante sueño”.
El caballito dijo: “Yo también iré a dormir». “¿Qué harás tu?”.- Pregunto a Ernestina.-
Iré un poquito más lejos, aún no tengo sueño y entonces.
Ernestina vio una ostra gigante y al pasar junto a ella, se abrió y Ernestina no pudo evitar llevarse a la boca su contenido, ¡Que sabroso estaba!
Ahora sí podía volver a casa. Se hecho a dormir pero al rato algo le molestaba en la barriguita.
No sabía que podía ser. ¿Le había sentado mal la ostra? Algo se movía dentro de él. Escucho como una vocecita que decía “mama” “mama”.
Ernestina se dio cuenta de lo que había pasado y rápidamente se dirigió a las aguas profundas.
Allí estaba la gran ostra, triste, abierta de par en par. Ernestina se puso a pensar cómo haría para sacar al pequeñín de su tripita, pero nada se le ocurría.
Entonces apareció un boqueroncito y le pregunto qué ocurría.
Y así lo hicieron y al abrir la boca, bebe volvió con mama ostra que rápidamente se cerró para evitar cualquier otro susto.
Ahora si que Ernestina tenía mucho, mucho, mucho sueño.
Era hora de irse a dormir.