

Hoy sube al cielo un beso y una flor, un nombre santo que mi alma nombra, y en tu manto de consolación, Señora, deposito el amor de mi madre y su dolor.
Me faltas, madre, y en tu advocación, ya estás con la Madre; en tu paz hallo calma, pues compartís un mismo corazón, un mismo lazo de profunda alma.
Señora y Madre Dolorosa, que al pie de la Cruz viste el destino, sufriste por tu Hijo, la honda queja, la misma herida, lo mismo que ella.
Porque a tu hijo, en la flor de la vida, a los 33 años te lo arrebataron. Y a su hijo, con la misma despedida, el mismo dolor también le arrancaron.
Señora y Madre nuestra, refugio y guía, que en tus dolores nos das fortaleza, acoge a quien hoy en día vive contigo la eterna dicha.
Que juntas, en la gloria sin medida, guardéis desde el cielo nuestro camino. ¡Encuentra la paz, madre, a tu lado, junto a la Madre del Divino Hijo!