
Hace algún tiempo, no demasiado, colgada de una ventana, contemplaba el mundo y veía pasar la vida una cortina.
No era una cortina cualquiera, aunque podría ser la de vuestra habitación perfectamente, rosa con princesas, blanca con platillos volantes, azul con pitufos…. cualquiera que vuestra mente sea capaz de imaginarse.
La cortina estaba un poco triste porque soñaba con conocer mundo, en cambio estaba allí colgada de una barra clavada en la pared.
De chiquita, recién puesta le pareció agradable aquel lugar. La habitación muy soleada tenía unas lindas vistas.
El ventanal era bastante grande y desde él podía contemplar la plaza donde unos columpios recibían cada mañana y cada tarde a un montón de niños revoltosos.
El campo verde repleto de árboles de muchos colores en primavera y un poco más triste, de tonos marrones en otoño. Pero lo que más le gustaba era el color anaranjado claro del sol, con su carita alegre al despertar y el aroma violeta cuando triste se marchaba el día a dormir.
Había contemplado con alegría los cambios que se habían ido produciendo en aquella habitación en la que vivía.
Durante nueve años su amigo había crecido y ya no usaba pañales, ya no se agarraba de ella con la excusa de no caerse, cuando empezó a caminar torpemente.
Entonces fue cuando quedo un poco lesionada y perdió algunos anclajes que nunca fueron sustituidos.
El color de los muebles, los cuentos de las estanterías iban desapareciendo, siendo substituidos por enciclopedias, los juguetes por el ordenador, solo ella permanecía igual que siempre en el mismo lugar como si estuviera sentada en el cine viendo una película sin final.
Una mañana del mes de enero en que soplaba un frío y fuerte viento, mama abrió la ventana, no un poquito,
¡No!
De par en par. A nuestra amiga la cortina, al principio le gusto el ligero vaivén fresco que el viento producía en ella. Era lindo volver a bailar, sentir como se flotaba en el aire al son de la música.
¡Si! la bella música, los gemidos de los árboles al ser balanceados por el viento, las macetas al crujir, las agujeros de las persianas al ser atravesados por él. Todo en la vida tiene música, o al menos eso pensaba ella.
Sin apenas darse cuenta, el viento arreció y una de las hojas de las ventanas se cerró de golpe. El viento sonaba enfurecido, el cielo se había vuelto gris y sin embargo la cortina estaba contenta, tal vez demasiado podríamos pensar nosotros. Algo increíble estaba por suceder…
El viento la empujo hacia el exterior y ella se relajó, se dejó llevar sin más. Sus enganches ya viejos no resistieron la fuerza con que su príncipe, el viento la reclamaba y entonces ocurrió.
¡Voló y voló! vaya que sí….. Que alto y que lejos…….¡¡Bien!! Por fin estaba fuera del recinto del cine, ahora era libre para ver el mundo.
Viajar, disfrutar, conocer, ¡¡Bien!!
El viento la llevaba arriba y abajo, unas veces despacio y otras rápido. Ella iba guardando en su memoria todo aquello que iba viendo: Las grandes avenidas de la ciudad, el río junto al valle cruzando el puente, las tiendas, la gente, muchísima gente.
No sabía nuestra amiga cuantas aventuras la esperaban. De repente el viento paró sin avisar y ella no pudo agarrarse a nada, quedo tirada en el suelo gris, sucio de la carretera. ¡Uy, qué miedo!
¡Socorro! Gritó cuando una rueda gigante se le acerco tanto que casi la aplasta, menos mal que en eso momento el viento fue a su encuentro y la hizo subir otra vez hasta el cielo que ahora había cambiado y estaba de un lindo color azul.
Que sonrisa más grande lucia la cortina, todo lo que se había perdido, menos mal que aún le quedaba mucho tiempo por delante.
Se movía de una forma graciosa, como una cometa con forma de bailarina, ¿Cómo podía gustarle tanto bailar? pensó.-
Sobrevoló grandes autopistas, un pequeño lago, se deslizó como si fuera un tobogán por un arco iris, no sin antes haberse remojado bien en el pequeño chaparrón que había caído.
Que divertido era todo aquello. Vio grandes monumentos, iglesias, mercados, niños jugando, peleando, personas mayores paseando tranquilamente. Y un sembrado….
Algo extraño había en el centro era como un señor pero con una pinta muy rara.
¡Ojalá mi amigo el viento pudiera acercarme un poquito más para verlo mejor! Y…
¡Zas! Así fue su deseo se hizo realidad. Estuvo tan cerca que podía tocarlo y para su desgracia, el viento la volvió a dejar sólita en el camino. ¡Puf! ¿Y ahora qué?
¿Cómo podría soltarse de aquella cosa horrible?, Cortina no sabía que era una espantapájaros. Ahora formaba parte de él y vaya que si asustaba a los pájaros, no cabía duda. Durante toda la noche el viento no volvió y ella iba poniéndose cada vez más nerviosa y triste. Pensó mucho y se dio cuenta de que no tenía que haber sido tan loca.
La vida a veces hay que tomarla con calma le decía al espantapájaros. Para su sorpresa este también podía hablar y muy sereno le contestó:
No te preocupes princesa, puedes quedarte conmigo, yo te tratare como a una reina, juntos nos haremos compañía y además, ya has aprendido el trabajo, y lo haces muy, pero que muy bien.
La sonrisa de cortina desapareció y en su lugar unas lágrimas rodaron por su carita alargada y mientras sollozaba el viento llegó y sin dudarlo la llevo de sus dulces brazos hasta un lugar muy conocido por nuestra aventurera amiga.
Ahora se sentía segura, estaba contenta había visto mundo, pero de momento por un largo tiempo prefería quedarse en casita, tranquila disfrutando de sus hermosas vistas.
Pasaron algunos años y todo siguió cambiando y cortina soñó con aquel viaje realizado años atrás y aunque la tentación era grande, se quedó allí esperando, quien sabe si a ti.
FIN