
No fue un día cualquiera, ni una fiesta común,
fue el regalo del tiempo con el grupo Anduxar.
El día en Alcaudete, bajo un cielo de almendra,
se vistió de recuerdos que el alma contempla.
Comenzamos subiendo, hacia el castillo erguido,
piedras que fueron sueños de un pasado querido.
Entre almenas y silencio, se oía el eco antiguo
de batallas y historias, un latido contigo.
Luego, la iglesia serena, un refugio de paz,
donde el tiempo se arrodilla y no quiere pasar.
La fe pintada en muros, en retablos de oro,
un susurro divino, un celestial tesoro.
El aroma a canela, a dulzor navideño,
nos llevó a Doña Jimena, a su mágico empeño.
Mantecados que guardan secretos de tradición,
y el cariño moreno de cada corazón.
Y al final, la colina, la Ermita nos esperaba,
la Virgen de Fuensanta su mirada posaba.
Desde allí, el mundo entero era un pañuelo verde,
y en mi pecho, una alegría que no puede medirse.
Pero el regalo grande, lo que hizo diferente
este cumpleaños único, fue la gente, fue la gente.
Esas sonrisas entrañables, esas manos abiertas,
esas almas sinceras que alejan las puertas cerradas.
Y al cantar «Cumpleaños Feliz» con emoción pura,
en medio de tanta belleza y tanta hermosura,
supe que no hay fortuna más grande y completa
que pasar un día así, con vosotros, en una meta.
¡Gracias, grupo Anduxar, por este día perfecto,
donde el mejor regalo fue vuestro afecto!