
En el sendero que el tiempo dibuja,
donde el alma se pierde y se encuentra,
camino con pasos que el viento acaricia,
mientras el atardecer tiñe de sueños la tierra.
Las mariposas, frágiles y libres,
tejen con sus alas historias de luz,
son mensajeras de un mundo invisible,
donde los recuerdos se funden con la juventud.
Soñar es el hilo que une mis días,
un río sereno que fluye sin fin,
en sus aguas guardo risas y nostalgias,
y el eco lejano de un dulce violín.
El atardecer, con su manto dorado,
me invita a descansar en su quietud,
mientras las sombras alargan el pasado,
y el futuro se viste de eterna inquietud.
Camino de la vida, sendero infinito,
donde las mariposas y los sueños van,
en cada paso, un nuevo suspiro,
en cada instante, la huella de un afán.
Y así, entre luces y sombras danzando,
entre atardeceres que nunca se van,
sigo soñando, sigo caminando,
en este sendero de eterna comunión con Dios.