Ciclo Eterno

Bajo el cielo infinito, la Tierra respira,
un latido profundo que el tiempo admira.
En sus venas, los ríos, en su piel, el verde,
un planeta que vive, que siente, que acoge.

La semilla despierta, rompe su cascarón,
abraza el suelo fértil, busca el sol.
Crece lenta, segura, en su danza vital,
hojas que susurran un canto ancestral.

El bosque es refugio, hogar y canción,
donde el viento teje sueños en su extensión.
Las flores son risas, colores que brillan,
y el agua es espejo donde las estrellas miran.

Pero el hombre, inquieto, olvida su raíz,
y en su afán de progreso, hiere sin fin.
Contamina el aire, envenena el mar,
y apaga la luz que nos hace soñar.

¿No ves que la Tierra es un ser que da vida?
Que en su ciclo eterno, todo se enlaza y cuida.
El árbol que cae, renace en la tierra,
y el fruto que nace, es esperanza que encierra.

Cuidemos su esencia, su ritmo, su voz,
protejamos su alma, su eterno fulgor.
Que el ciclo no rompa, que el tiempo perdure,
y el planeta siga siendo un hogar puro.

Porque somos parte de este gran tejido,
un hilo en la trama, un sueño compartido.
Si la Tierra florece, florecemos también,
en este ciclo eterno, donde todo es un bien.

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