
Llevo la risa prendida en el viento,
como bandera de este tiempo claro,
que huele a versos en Úbeda, ¡cuánto!,
y a música en Jaén, dulce tormento.
Dos fines, dos regalos en el cuento
de este verano que me sabe a amaro
y a miel… Manuel Carrasco en el escenario
puso su voz en mi latido lento.
Y luego está la incertidumbre de un amor tardío,
mi puerto cierto,
con sus cuidados, ese dulce beso
de complicidad, juego y desacato.
Las noches son manjares: el acierto
de tomates, pimientos, pan moreno,
jamón y aceitunas… ¡Todo el sabor del hecho!
Disfrutona, así vivo, sin secreto:
abrazando el placer, sin más proyecto
que ser este instante, ¡este regalo!
Dejando que la vida, sin freno,
me inunde el alma con su sal morena.
¡Que siga la cosecha… que no acabe la fiesta!