
Dedicado a Paqui, mi amiga de Anduxar
No es pájaro de pluma, ni de vuelo, sino joya forjada en el esfuerzo, un fragmento de arcoíris vencido que renació en el jardín de tu anhelo.
No bebe sólo néctar, bebe el alma del instante preciso y de la herida, suspendido en el aire, un vibrante embeleso que no calma, sino que teje con su vuelo un amparo.
No pisa la tierra, Paqui, la sobrevuela, de flor en flor su lucha perpetúa, su pico es una aguja fina, punza la luz, y en su garganta se enciende un zafiro, un rubí… todo el empeño del día que en tu ventana se despoja.
Lleva en sus alas el sudor del mundo, el secreto del sol tras la tormenta, y es mensajero de la paz que nace con un zumbido firme y profundo.
Que así seas, amiga, así y tan rara: fortaleza gozosa, chispa de vida, por la tristeza nunca vencida, que el tiempo con su dolor brille más por la huella marcada.
Un colibrí, Paqui, frente a tu oreja, te canta este poema que no ceja.