El Jardín de los Huevos de Pascua

Elena, con sus coletas danzando como ramas al viento, y Teresa, con trenzas que parecían hechas de rayos de sol, corrían entre los árboles del jardín de la abuela. Era Domingo de Resurrección, y el aire vibraba con el zumbido de las abejas, el aroma de la hierbabuena recién pisada y el rumor del arroyo cercano.
—¡Los huevos! ¡Los huevos están escondidos! —gritó Elena, señalando las cestitas de mimbre que sus padres habían dejado junto al porche.
Pero antes de empezar la búsqueda, las niñas treparon al viejo nogal, donde Luna, el gato angora de ojos dorados, las observaba con curiosidad. Desde allí arriba, el mundo era un mosaico de colores: el huerto con sus primeros brotes, el perro Copito revolcándose en el trébol, y Nube, el conejo blanco, mordisqueando un diente de león.
—Mirad esto —susurró Teresa, sacando del bolsillo de su vestido un huevo de Pascua pintado a mano, con espirales azules como el cielo.
—¡La abuela dijo que el mejor está cerca del rosal! —recordó Elena, y ambas saltaron del árbol, descalzas y veloces, pisando la hierba fresca.
Entre risas, siguieron las pistas: un huevo dorado entre las raíces del cerezo, otro con motitas rojas escondido en el nido de pájaros vacío, y uno miniatura que Copito encontró con su hocico travieso. Mientras, sus padres tejían coronas de margaritas y la abuela sacaba al patio una bandeja de huesos de santos, que brillaban bajo el sol como pequeñas nubes dulces.
Al final de la tarde, con las cestas llenas y el pelo lleno de hojas, las niñas se tumbaron sobre la manta de picnic. Luna ronroneaba a su lado, Nube se acurrucaba en su regazo, y Copito lamía migajas de almendra de sus dedos.
—La Pascua sabe a chocolate y a flores —dijo Teresa, cerrando los ojos.
—Y a tiempo detenido —añadió Elena, abrazando a su hermana.
El jardín, las mascotas, los huevos brillantes… todo era un regalo de la primavera, envuelto en el amor de aquellos que más las querían.
Y colorín colorado, este cuento de huevos pintados y besos de viento… se lo llevó la brisa, ¡pero volverá otro año!.

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