El Rincón de Victor

Este espacio esta dedicado a mi gato y sus aventuras…

Estoy un poco nerviosa hoy me traen a mi gatito Víctor, le he puesto este nombre, porque se ha salvado de debajo de un coche, lo ha rescatado mi amiga Lidia en Sevilla, se lo ha quedado varios días en su casa, pero tiene dos perros y el gatito ahí no puede estar, tiene tan solo mes y medio. Lo puso en el grupo de Whassapp de las amigas de Sevilla, y yo literalmente me enamoré de él. Sucedió todo muy deprisa, prácticamente dije un día que sí y al siguiente, un miércoles, 18 de agosto, día de mi santo, se presentaron en casa. Pasamos el día juntos, comimos cerca de casa, visitamos un poco la pequeña ciudad de Úbeda, una localidad de la provincia de Jaén, que fue declarada patrimonio de la humanidad y es preciosa, la pequeña ciudad de mi madre, de la que me vine a vivir hace ya 19 años, desde Sevilla. Un día que representó el principio de una historia de amor entre Víctor y yo. Estaba para comérselo, tan pequeñito, tan bebé. Se escondió debajo de la mesa, de la librería, pero poco a poco fue saliendo, comió un poco y también se acercó a oler el arenero. Lo trajeron con todos los accesorios, comida, bandeja y arena para el arenero.

Cuando se fueron y nos quedamos solos, me pareció mentira que hubiera dado ese paso, un gatito, yo sola. Al día siguiente le llevé al veterinario, y lo inscribí y poco a poco fui dando los pasos necesarios, y establecer rutinas de alimentación, limpieza de arenero, investigar y leer, que comida seria la mejor. Mejor arena, fui experimentando con unas y otras, que si perfumada, aglomerada, normal, más caras, más baratas y ya me decidí y procedí a mantener las rutinas. También establecer unos ratos de juegos, le fui comprando juguetes, su preferido una pelota, con una cuerda, que mordía…Bueno lo mordía todo, los juguetes, los cordones de mis botas, esto especialmente le encantaba jugar con ello y con mis manos, jugué con él y acabé arañada y con mordiscos de Víctor, en las manos y los brazos, cosa que acabó con la venida de sus hermanitas, al siguiente año. Pero los primeros días fueron de incertidumbre y temor por él, porque era muy pequeñito, tenía que trabajar, y temía por él, todo era una incertidumbre, ¿Que haría solo?, ¿Se metería en líos?,¿Me encontraría la casa revuelta?, ¿Cosas rotas?. Solo rompió un tiesto de maceta, pero no sé exactamente el momento que fue…Tenía macetas de interior, en la entrada y con una se intoxicó, así que decidí que fuera plantas. Y pasaron los meses y cumplió un añito y lo celebramos con las amigas y tarta, una tarta muy especial, con una velita, y una galleta con su carita. Pasaron los días y meses y tuve que castrarlo porque me planteé tener una gatita tricolor, busqué, hice varios intentos y por fin apareció Sasha, yo le puse el nombre, me encantó, entre los que había en una lista en internet. Y era un amor, pero muy asustadiza, la semana de adaptación, estuvo escondida detrás del sofá y hasta se subió al armario y se escondió en la caja bacía de la impresora. Ahora me río de mi ocurrencia, pero llamé a la policía, cuando era imposible que hubiera salido de la habitación y la casa, hasta que vino ayudarme la mujer de la limpieza y subiéndose a la escalera, la encontró encima del armario y dentro de la caja, ¡vaya susto que nos hizo pasar!, y se la presenté a Víctor, primero dentro del trasportín y poco a poco saliendo de él y se olieron y gustaron. Ya venía castrada y no hubo problemas para que se relacionaran. Era muy asustadiza, pero cuando se adaptó, era muy dependiente de mí, me seguía a todas partes.

Y ya lo hacía antes Víctor y ahora los dos, el de ponerse en la puerta para que no saliera de casa. Hacia como una cámara de aire, entre la puerta de la cocina y el salón, en el vestíbulo, para salir con las dos puertas cerradas y que no salieran al descansillo y la calle. Fue una etapa muy bonita, porque Víctor ya tenía otro gatito con el que jugar y a los pocos meses en el mismo año llegó Bimba, que era la más pequeñita, mi bebé, puesto que Sasha, tenía un mes más que Víctor y Bimba, un año menos. Eran la alegría de la casa, pero mucho trabajo, mucha suciedad, Empezó a vomitar Víctor y les hicieron unas analíticas y salió que era alérgico a todo tipo de carne y casi a todo el pescado y le empecé a dar comida especial y también castré a Bimba. Fueron dos años felices, llenos de juegos y trastadas, de celebrar el cumpleaños de cada una. De encariñarme cada vez más y ser el centro de mi vida.

Estaba durmiendo a pierna suelta y de repente oí un rascar en la puerta, era Víctor otra vez, últimamente lo hacía de continuo, quería abrir la puerta del armario, este las tenía correderas y Víctor las rascaba con sus patitas, el muy travieso. Pensando que no le iba abrir y que ya se cansaría, me dormí otra vez. Y de repente oigo un ¡Bruuumm! Y es que Víctor lo había conseguido, el abrir la puerta corredera del armario y meterse dentro. Se subió a la mesita de noche y con sus patitas delanteras se apoyó en la puerta y con un impulso la abrió y se metió dentro, y allí se quedaba escondido detrás de la ropa que colgaba del perchero hasta que lo sacaba.

Y me volvía acostar, pero pensé que ya no me volvería a levantar, aunque Víctor trasteara dentro del armario. Pero Víctor no es lo único que hacía. Se metía por debajo del sifonier de cajones y desde detrás, con sus patitas había aprendido poco a poco a abrir todos los cajones, y sacarme la ropa, y tiraba al suelo. Y es que Víctor era un trasto muy travieso.

Otra cosa que le encantaba era jugar con gomitas ya sea del pelo que le lanzaba al aire y saltaba para cazarlas, ya las que usaba para atar las cosas, de la cocina. De pequeño le lanzaba tapones de las cajas de la leche y el saltaba y saltaba hasta cazarlos, también jugaba con ratones de plástico o tela, bolas, cañas con plumas. A Víctor le encantaba saltar, correr y subirse a lo alto de las librerías, de otro armario que había en el cuarto de estudio. O meterse dentro de las cajas vacías de los libros. Pero de noche se le perdían las gomitas debajo de la cama, o de otra caja que guardaba también ropa, y se ponía a rascar y rascar hasta que le sacaba la gomita perdida. Víctor sigue con sus trastadas, cada vez más travieso. Subiéndose por todas partes y jugando sin parar. Las plumas de las cañas le gustan mucho, pero más que las pelotas y ratones, les gustan las gomitas de los coleteros y el meterse en el armario. Y ahí se queda las horas muertas, metido en él. ¿Qué pensará?

Hace un año tenía una familia numerosa con mis tres gatos 🐱 😺😺 y éramos felices. Y algo se rompió dentro de mí cuando se fueron Sasha y Bimba. Víctor y yo sobrevivimos a un cataclismo en mi querida gatilandia.

Y en éste año han pasado muchas cosas y muchas aventuras que he vivido con Víctor. Un cuento nuevo y ahora una nueva web en que Víctor también me ayuda y tiene su espacio de honor.

Otra vez lo ha vuelto hacer. Mi pobre Kokedama vino a casa poco antes de Reyes. Tenía mis dudas con Víctor en casa y efectivamente así ha sido. Imposible tener plantas en casa. Está la pobre que no sé si tiene salvación y donde ponerla que no la toque.

Estoy enamorada de Víctor y es que es tan guapo… que me tiene robado el corazón.

Cuando más lo disfruto es en mis días de descanso y estoy en casa, sobre todo a la hora de la siesta que está tan mimoso y se me duerme encima.

A Victor le gusta esconderse debajo de la manta

Víctor es un gato 🐱 muy limpio y siempre aprovecha cualquier momento para asearse.

También le gusta estar en su castillo al lado de la ventana, al sol.

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