La Princesa sin Nombre: El Bosque de los Suspiros

El Bosque de los Suspiros 2ª Parte
Se decía que el bosque estaba maldito. Que las ramas de sus árboles estaban hechas de huesos viejos y que las sombras respiraban. Que las mujeres que entraban allí nunca salían.
Pero yo no era cualquier mujer.
Era una reina sin corona.
Una madre sin miedo.
El bosque me recibió con un silbido de hojas secas. Los árboles se cerraron a mis espaldas, como si el mismo terreno nos escondiera. Avancé entre la maleza, con la niña pegada a mi pecho, hasta que mis pies sangraron y la noche se volvió absoluta.
Entonces, ella apareció.
—¿Quién entra en mi reino? —preguntó una voz que no era una voz, sino el crujido de la corteza y el aullido de los lobos a lo lejos.
Entre los árboles, una figura emergió. Alta, vestida de musgo y sombra, con ojos como luna llena.
La Dama del Bosque.
—Soy Elena —respondí, sin bajar la mirada—. Y esta es mi hija.
La Dama se inclinó, oliendo el aire alrededor de nosotras.
—Hueles a miedo. A sangre. A traición.
—Busco refugio.
—¿Y qué das a cambio?
Lo sabía. Nada en este mundo era gratis.
—Lo que sea —dije.
La Dama sonrió, mostrando dientes afilados como colmillos de jabalí.
—Esa aguja que el rey quería usar en tu hija… no era para fortalecerla. Era para rehacerla. Para convertirla en algo que no es.
—Lo sé.
—Pero tú… tú ya estás rota. Y en esa ruptura, hay poder. —Extendió una mano huesuda—. Dame tu voz, y te daré protección.
—¿Mi voz?
—Tus palabras. Tus cantos. Tus gritos. Nunca más volverás a hablar.
Miré a mi hija. Su respiración era tranquila, inocente.
Asentí.
La Dama del Bosque rió, y el sonido fue como hojas arrastradas por el viento. Luego, inclinándose, me arrancó el alma con un beso.
Tiempo después
El rey nunca encontró nuestros cuerpos.
Pero en las noches de luna llena, los cazadores juran ver una figura entre los árboles: una mujer sin rostro, con un bebé en brazos, perseguida por sombras que susurran.
Y en el castillo, el Maestro Alaric sigue esperando.
Porque las hijas crecen.
Y las madres…
Las madres nunca olvidan.

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