Lía y la coherencia de los políticos

Tras sus aventuras en el desierto y el mar, Lía y Cori recibieron una carta misteriosa. Provenía de un pequeño pueblo perdido en las montañas de Europa, llamado Valleclaro. La carta estaba firmada por un político local llamado Erik, cuyo Emotí, llamado Bruma, se había vuelto de un gris oscuro debido a la confusión y la frustración que sentía.

Erik escribió:

«Querida Lía, he oído hablar de ti y de Cori. Necesito tu ayuda. Soy un político que ha perdido la fe en su propio papel. Los gobernantes de este pueblo están llenos de incoherencias, y no sé si seguir en este puesto o renunciar. Por favor, ven y ayúdanos a encontrar un camino.»

Lía y Cori no lo dudaron. Con su diario en mano y Cori brillando con un tono dorado curioso, emprendieron el viaje hacia Valleclaro.

Al llegar al pueblo, Lía y Cori se encontraron con un lugar pintoresco pero dividido. Las calles estaban llenas de carteles políticos contradictorios, y la gente parecía desconfiar unos de otros. Erik los recibió en su humilde oficina, donde Bruma, su Emotí, se movía inquieto, cambiando entre gris y negro.

—No sé qué hacer —confesó Erik—. Cada decisión que tomamos parece beneficiar a unos y perjudicar a otros. Los gobernantes hablan de unidad, pero sus acciones dividen. Me siento atrapado en un sistema que no funciona.

Lía escuchó con atención y luego dijo:

—Las emociones son la clave para entender lo que está pasando. Si los gobernantes no son coherentes, es porque no están conectados con lo que realmente sienten las personas. Vamos a trabajar en eso.

El primer paso: escuchar a la comunidad

Lía organizó una asamblea en la plaza del pueblo. Invitó a todos, desde los líderes políticos hasta los ciudadanos más humildes. Cada persona tenía la oportunidad de expresar cómo se sentía y qué esperaba de sus gobernantes. Cori, con su habilidad especial, ayudó a Lía a identificar los colores de los Emotíes de la gente: rojos de ira, azules de tristeza, verdes de esperanza y grises de desconfianza.

—Esto no es solo un problema político —dijo Lía—. Es un problema emocional. Si no entendemos lo que sentimos, nunca podremos tomar decisiones coherentes.

El segundo paso: crear un puente de empatía

Lía propuso un ejercicio llamado «El Puente de las Emociones». Los gobernantes y los ciudadanos se sentaron frente a frente y compartieron sus historias. Erik, por primera vez, escuchó a una madre que luchaba por alimentar a sus hijos debido a las políticas económicas. Un líder político, por su parte, confesó que se sentía presionado por cumplir promesas que sabía que no podía mantener.

Cori brilló con un tono azul claro, una señal de que la empatía estaba fluyendo. Los Emotíes de los gobernantes comenzaron a cambiar: los grises se volvieron plateados, y los rojos se suavizaron en tonos rosados.

El tercer paso: tomar decisiones con el corazón

Con la ayuda de Lía, Erik propuso una nueva forma de gobernar: un consejo emocional. Este consejo estaría formado por ciudadanos y políticos que trabajarían juntos para tomar decisiones basadas en las emociones y necesidades reales de la comunidad. Cada decisión se evaluaría no solo por su impacto económico, sino también por su impacto emocional.

—No podemos seguir tomando decisiones solo con la cabeza —dijo Erik—. También debemos escuchar al corazón.

El cuarto paso: celebrar la coherencia

Un mes después, Valleclaro celebró su primera fiesta de la coherencia. Los gobernantes y los ciudadanos bailaron juntos en la plaza, y los Emotíes de todos brillaban con colores armoniosos. Erik, con Bruma ahora de un azul claro y sereno, se dirigió a la multitud:

—Hemos aprendido que la verdadera política no es sobre poder, sino sobre conexión. Gracias a Lía y Cori, hemos encontrado un camino hacia la coherencia.

Lía, con Cori brillando en un dorado intenso, sonrió. Sabía que su trabajo en Valleclaro había dejado una huella profunda. Antes de irse, le entregó a Erik su diario, lleno de notas y reflexiones.

—Las emociones son la brújula que nos guía —dijo Lía—. Si las escuchamos, siempre encontraremos el camino correcto.

De regreso a Emotilandia, Lía y Cori reflexionaron sobre su aventura. Habían aprendido que las emociones no solo son importantes en las relaciones personales, sino también en la política y la gobernanza. Y que, cuando las emociones se ignoran, el caos y la incoherencia reinan.

Y colorín colorado, este nuevo capítulo ha terminado, pero la semilla de la coherencia sigue creciendo en cada corazón. 🌟🏞️

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