Primer Amor

Antes que tu mirada encontrara otro reflejo,
antes que el tacto descubriera otra piel,
aprende a besar la lluvia en el espejo,
a abrazar el viento que se escapa hacia el edén.

Enamórate del trigo en la mañana,
del suspiro lento de la tierra al despertar,
de la batalla callada de la araña,
de la sombra que aprende a descansar.

Quiéreme en el sabor del pan recién hecho,
en el crujir del camino bajo el sol,
en el silencio que teje su lecho
donde germina la paz sin dueño ni arrebol.

Enamórate de los vidrios rotos que aún reflejan luz,
de los pétalos caídos que abonan nuevo abril,
de la cicatriz que guarda un verso en su cruz,
del latido salvaje que nadie pudo domar.

Porque solo cuando amas el barro y la savia,
el vértigo del tiempo, la herida y el cantar,
podrás entregar a otro algo más que lágrimas:
un mundo entero, recién nacido al amar.

Enamórate primero de la vida que te habita,
y luego… de quien quieras, será flor verdadera:
porque el amor que nace donde la vida grita,
no muere — se hace semilla, raíz y primavera.

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