
Quisiera escribir con el alma, con rayos de luz, quisiera trazar versos entre flores abiertas, ponerme ante el papel y no olvidar las letras, ni el sentimiento que un día me inundó.
Quisiera decirte que estoy bien, que todo está así bien, que no te olvido, que aún importa el porqué, pero he construido una vida donde ya no cabes tú, donde no cabe nadie, pues mi corazón te lo entregué.
Ya solo vivo. Respiro. Y siento el vacío de un pecho que late sin rumbo, sin frío ni calor. Mi tiempo pasó; soy un lugar en el espacio, un eco sin retorno, un alma sin su voz.
Aquí solo quedan piel y huesos, mi ser te lo llevaste al rozar tus labios y no sentir lo mismo que yo.
Los silencios pesan, la vida se enreda en hilos grises, la piel tiene memoria, tanta, que abrió un surco, una cicatriz en lo que fue mi corazón.
¡Qué difícil es acertar cuando el alma se quiebra! Me dejaste sin aire, sin norte, sin nada… y hoy solo escribo con el alma, desde el vacío, desde el surco que dejó tu adiós.