Un Coro de Voces: Recuerdo del XXX Encuentro de Poetas en Red

Entre el 7 y el 9 de noviembre, la Casa de Asociaciones de Barrio Oeste de Rivas-Vaciamadrid se convirtió en el epicentro de la poesía nacional. El XXX Encuentro de Poetas en Red reunió a autores llegados de los cuatro puntos cardinales de España, consolidando una cita ya histórica en el panorama literario del país.

Bajo la experta organización de Luis Compés, presidente de la Asociación de Escritores de Madrid, y con la valiosa colaboración de Francisco Márquez, editor de Ondina Ediciones, el evento fue mucho más que una sucesión de lecturas. Fue un espacio de comunidad, de diálogo y de descubrimiento mutuo. La inauguración contó con la presencia de Elena Muñoz, concejala de Participación Ciudadana y Barrios, quien no solo avaló el acto con su presencia, sino que también prestó sus poemas como hilo conductor de las lecturas, tras haber participado en la contracubierta de la Antología conmemorativa.

El encuentro brilló con las intervenciones de poetas invitados de la talla de Antonio Daganzo, que presentó poemas de su último libro «El murciélago entre fuegos de artificio», y del poeta ripense Agustín Zamora, quien compartió su poesía de corte social de «Cuando ganemos la palabra». Además, los asistentes disfrutaron de una visita cultural al yacimiento carpetano de Miralrío, profundizando en la rica historia de uno de los municipios más jóvenes de la Comunidad de Madrid, y se dejaron llevar por las melodías del grupo local «Nostálgicos».

Una Antología y Una Voz Personal

En el corazón de este encuentro latía una publicación que lo unificaría todo: la Antología que recogió las voces de todos los participantes. Es imposible recordar este volumen sin evocar la labor fundamental de Marcelo como su editor, un trabajo callado y esencial que dio forma coral a la diversidad poética del evento.

Fue un honor y un placer sumar mi voz a ese coro. Mi participación en este trigésimo encuentro quedó grabada a fuego con la lectura de varios poemas, a través de los cuales pude compartir un pedazo de mi universo con compañeros y público.

Compartí el desgarro íntimo de «Mi piel ya no es mi piel», un poema que habla de la fatiga y el dolor que se instalan en el cuerpo y el alma, y de la ardua tarea de aprender a habitar ese nuevo territorio hostil:

Cuando en definitiva el cansancio
acapara todo lo demás,
hasta el nombre, hasta el aire,
hasta el último verso.
(…)
Entonces solo queda
aprender a vivir
en la piel del cansancio,
y nombrar hogar
a lo que duele.

También reflexioné sobre el poder dual del lenguaje en «Palabras», un tributo y una advertencia sobre el instrumento que nos define:

Porque las palabras,
Tanto hieren, como se las ama
Tanto, te manipulan, cómo engañan
(…)
Pero cuando se dicen a corazón abierto
A pecho descubierto
¡Ay! Entonces si que enamoran y seducen.

Y, como un necesario contrapunto de luz, cerré mi intervención con la delicadeza de «Una flor», un canto a la posibilidad del amor en todas sus formas:

Una flor se enamoró de otra flor
También es posible quererse
(…)
Tú pecho junto al mío
Una cascada de besos y abrazos

El Verdadero Éxito: El Ambiente Creado

Más allá de los versos, lo que perdura en la memoria es el inmejorable ambiente que se respiró durante esos tres días. Un clima de respeto, complicidad y genuina escucha que crearon, sin excepción, todos y cada uno de los participantes. Fue ese calor humano el que transformó el evento en algo especial.

Y en el centro de todo, haciendo posible esa magia, estuvo la gran labor divulgativa y organizativa de Luis Compés. Su dedicación y pasión por la poesía son el motor indispensable de un encuentro que, treinta ediciones después, sigue demostrando la vibrante salud de la palabra poética en España. Gracias a él, y a todos los que hicieron posible esta cita, por recordarnos que la poesía es, ante todo, un encuentro.

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