Una niñez feliz

Buenas tardes 🤗

Hoy me he puesto melancólica, viendo un álbum de fotos y recordando viajes y momentos de mi niñez. Y es que he sido muy feliz y he tenido una familia maravillosa. Sólo puedo decir eso al ver a una Elena siempre sonriente. A pesar que también ha sido de lucha por sentirme capaz e independiente. Sólo puedo decir que el balance es positivo.

Una niñez feliz

Viajando por España,
entre campos de trigo y montañas,
el sol doraba las mañanas,
y en cada pueblo, una nueva hazaña.

Risas que brotaban sin parar,
juegos en plazas al atardecer,
amigos que eran como hermanos,
compartiendo pan y también el ser.

El abuelo, con su sombrero viejo,
y su bolsillo lleno de caramelos,
de la mano me llevaba al cole,
mientras contaba historias de antaño.
Su voz, un arrullo en mi memoria,
un refugio de amor y de ternura.

Mi padre, sabio y paciente,
con su mirada siempre adelante,
me enseñaba el arte en las piedras,
en cada arco, en cada columna.
«Mira, hija, este es románico,
y aquel, gótico, majestuoso.»
Sus palabras, un mapa en mi mente,
un viaje eterno, un regalo ferviente.

Y luego, los viajes por Europa,
con mi hermano y nuestros amigos,
cada ciudad, un nuevo capítulo,
cada callejuela, un laberinto.
Risas que resonaban en los museos,
carreras bajo la lluvia en Praga,
noches largas en hostales viejos,
historias que nunca tienen fin.

Recuerdo los trenes cruzando fronteras,
las ventanillas llenas de paisajes,
las conversaciones interminables,
y los sueños que no cabían en equipaje.

Cada rincón guarda un eco,
una voz, un gesto, un abrazo,
una niñez llena de colores,
de aromas, de luces y de lazos.

Hoy, al mirar atrás,
veo un álbum de instantes dorados,
una infancia que fue un regalo,
un tesoro de recuerdos grabados.

Y aunque el tiempo siga su marcha,
esos días nunca se desvanecen,
porque en mi corazón resuenan,
como un poema que nunca envejece.

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